Cocina con quien te ama



Cocinar no es una mis virtudes, eso está claro, mi estómago lo sabe, mi cocina lo sabe, yo lo sé. Eso es un arte y aunque me considero un artista, en la cocina todas mis habilidades me abandonan, creo que lo mejor que he hecho es unos patacones con queso asado (nada del otro mundo.) Sin embargo es un gran logro para mí. A estas alturas de la vida no saber cocinar es un gran problema, al que no le presto mucha atención, no por ahora, aunque hoy tuve una gran experiencia cocinando, no fue solo, eso es aburrido; cocinar solo para uno, este día cociné con alguien muy especial y eso fue demasiado revelador.

Aprendí tantas cosas, vi que no es tan sencillo; todo tiene su ciencia, supe que el trabajo en equipo se hacen mejor las cosas, pero sobre todo me vi cocinando con ella, en nuestra casa, nuestra cocina. Me vi organizado y me guste. Entre risas e historias, órdenes y juegos, besos espontáneos y más risas; un derroche de alegría junto a una pila de trastos por lavar, nada fue más divertido que eso.

Ella hace el pollo y yo frito las papas, ella corta la piña y yo rallo la zanahoria, ella hace la ensalada y yo la observo, la miro porque me gusta mirarla, me hace sentir seguro. Creo que estoy enamorado – es lo que pienso mientras la veo – y me pregunto si ella se quedara conmigo hasta el fin. Cocina con quien te ama, es algo verdaderamente gratificante, esos momentos están llenos de mucha verdad, de mucho futuro.

Después de que todo termine y los platos estén cubiertos de sobras; descansa, que el postre espera, de una manera u otra, en el plato o en la alcoba; donde todo sea mas cómodo. Y si después de eso sientes que no te puedes levantar, que la respiración se va y tu cuerpo pesa una tonelada, entonces sabrás que cocinaste con quien te ama.

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