Intranquilo va a la cama, solo hay una duda en su cabeza. Ya lo ha atormentado antes y siempre termina siendo pura sugestión. Ahora es distinto, hay señales claras, claras como el lodo, y debe sentarse a armar planes que soporten esa duda en caso de que deje de ser duda y tome fuerzas para convertirse en certeza.
Esta en conflicto consigo mismo. Una parte quiere que sea falso y otra que sea certeza, raya en la locura esa idea debido a que es joven y apenas comienza a vivir. La responsabilidad es enorme y él es consciente, de ser cierto tendría que sacrificar las cosas que ama por amor al amor.
Solo Dios tiene la última palabra, le toca esperar a que el día llegue. Ya sea con calma o con sugestión.
Andrés Lázaro, La duda de una bonanza.
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